¿Cómo funciona una manta eléctrica?

La manta eléctrica es mucho más que un artículo de confort. Ayudan a conciliar el sueño, mitigan el dolor de pacientes con artritis y ciática y proporcionan bienestar durante los meses de invierno. Su invención se remonta a 1936 y recibe múltiples denominaciones, como ‘calientacamas’, no debiendo confundirse con la almohadilla térmica, cuyo uso se prescribe para favorecer la dilatación de vasos sanguíneos de áreas contusionadas del cuerpo.

La RAE define la manta eléctrica como una «pieza de tela gruesa cuyo interior contiene una resistencia eléctrica recubierta de material aislante; se usa para dar calor a una parte concreta del cuerpo o para protegerse del frío en la cama». Esta descripción, aunque precisa, no explica el funcionamiento de la manta eléctrica, basado en un mecanismo sencillo, pero que reviste ciertas complejidades.

Así es el funcionamiento de la manta eléctrica

La manta eléctrica se compone de una funda exterior de algodón u otro material, que integra una red de cables interconectados y aislados por revestimientos de plástico, resistentes a temperaturas altas. Cuando estos cables interiores se conectan a una toma de corriente, la electricidad circula por ellos a 24 voltios, y emiten un calor constante que es transmitido a la funda de tela, sin prenderla.

En líneas generales, disponen de un termostato que permite regular el calor y accionar un apagado automático al sobrepasar una determinada temperatura. Este accesorio y otros indicadores están disponibles en las unidades posteriores al 2000, incorporando además un sistema de desconexión en caso de sobrecalentamiento, pese a lo cual estos productos siguen causando incendios domésticos, si bien muy minoritariamente.

En los últimos años, el mercado ha dado la bienvenida a mantas eléctricas equipadas con hilos de fibra de carbono, los mismos que hoy se utilizan en almohadillas térmicas y asientos calefactados. Este material presenta dos beneficios: ayudan a mantener una temperatura constante y ofrecen un mayor nivel de protección y seguridad.

En respuesta a la pregunta de cómo colocar una manta eléctrica en la cama, se recomienda situarla a los pies de la cama, encima de las sábanas o mantas, nunca debajo (sólo las bolsas de agua caliente pueden ubicarse debajo). Con ello se garantiza, además, que la manta eléctrica no interactuará con los movimientos naturales del sueño. En muchos casos, los consumidores prefieren utilizar este dispositivo 10-15 minutos antes de dormir en lugar de emplearla durante la noche. No obstante, dormir con una manta eléctrica no supone un riesgo real, a condición de que el fabricante así lo avale y de que se respeten ciertas medidas de seguridad.

Mantas eléctricas, aliadas contra el dolor muscular

La aplicación de calor local permite aliviar el dolor cervical, lumbar y otras molestias musculares, así como la artritis, la ciática y un largo etcétera de dolencias. Este tratamiento no debe realizarse a la ligera: la temperatura ideal se encuentra entre los 34 y los 36 grados, preferentemente; además, se aconseja adoptar una postura cómoda y limitar el calor al músculo o región doliente, no de manera generalizada.

Es importante, asimismo, que la aplicación de calor no se prolongue más de 15-20 minutos. En lugar de extender este tiempo, es preferible repetir el proceso varias veces al día. Por otra parte, este uso de la manta eléctrica no es sustitutivo de sesiones de fisioterapia y otros tratamientos que puedan haberse prescrito por el médico de cabecera.

Errores y malos usos de la manta eléctrica

En primer lugar, utilizar mantas eléctricas que presenten quemaduras o cuya tela esté decolorada es un error mayúsculo, pues son síntomas de sobrecalentamiento y, por tanto, de un funcionamiento inadecuado del dispositivo. Igualmente, se debe estar atento a la rotura de cables o los olores alarmantes que pueda presentar el producto.

Otra de las recomendaciones para usar mantas eléctricas consiste en usar este producto de forma individual y con arreglo a las indicaciones del fabricante, es decir, no doblarla, acostarse sobre ella, sobreponer ropa mojada, plancharla o combinarla con bolsas de agua caliente. Estas malas prácticas pueden deteriorar el aparato y poner en riesgo la salud del consumidor.

Por otra parte, el uso de mantas eléctricas está restringido a menores de edad, personas con discapacidad física o que por su condición no puedan manipularlas con normalidad. Respetar esta limitación es la mejor forma de prevenir accidentes.

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